Mientas me como mi helado,
lo disfruto más de lo debido,
porque te tengo a mi lado,
porque me encuentro perdido.
En tu mirada amielada,
pupila gigante travieza,
me gusta bastante el helado,
pero más cuando me besas.
Sabores no
son suficientes,
en tus pecas de chocolate, mejillas rojizas de fresa, pintadas con perfecta arte. Tus brazos bastantes fríos, rodean todas mis costillas, sometes mi risa de crío, mientras me haces cosquillas. Mirando el frasco medio lleno, el helado aún no se termina, y tengo sangre en mi lengua, por una cuchara asesina. De dulce de leche con nuéz, de mamey o de vainilla, me lo como de una vez, antes de ensuciar tus rodillas. Miramos el bote vacío, el reloj y te das cuenta, que es tarde mientras te miro, y damos la última vuelta. Salimos con el alma muda, a la calle, ya no es de día, caminamos en la noche oscura, entre tu risa y la mía. |
Subimos 70 escalones, los mismos que hemos bajado, en ese corto camino, el final de la cita ha llegado. Parados bajo una farola, que prende y apaga al instante, te digo hasta luego mi vida, pero me cuesta soltarte. Volteas, caminas, regresas, y el último beso hemos dado, mientras siento tu sonrisa, aún tienes sabor a helado. Te digo hasta siempre mi cielo, y una palabra ha salido, que indica que damos la vuela y tomamos el mismo camino. Sonrío porque te he besado, y porque estabas a mi lado, mientras espero taciturno que el sábado haya llegado. |
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